> ALICIA MOREAU DE JUSTO
Médica, dirigente socialista de la Argentina de comienzos del siglo XX, activista por los derechos de la mujer. Fue esposa de Juan B. Justo. 

Cuando votar era apenas un sueño

“El 21 de noviembre tendrá lugar un nuevo ensayo de voto femenino. Esta vez con motivo de las elecciones municipales… (…) Lo que pretendemos es despertar la atención de las mujeres, es interesarlas en el movimiento, es provocar una manifestación de opiniones. (…)

Cuando hayamos llegado a la conquista del sufragio, sólo entonces será el momento de una acción política definida… (…) Recuerden que los verdaderos derechos se deben conquistar, que es necesario vencer los conservadores, rutinarios retrógrados, los temerosos de lo nuevo, los amantes del pasado, que es necesario vencer el temor de los políticos que ven con recelo esa incógnita que encierra el voto femenino (y tal vez sea este el mayor obstáculo); recuerden las mujeres que dispersas las fuerzas se debilitan y que para conseguir el bien común necesario es sacudir la apatía y elevarse por encima del bienestar del momento presente. (...) Es un título profesional, igual al del hombre, el que le permitirá a la mujer asegurar su vida en una forma inteligente y amplia”.


> DIANA MAFFIA
Argentina, filósofa, doctora en Filosofía, especialista en Género, directora del Observatorio de Género del Poder Judicial de la Nación. 

 
 
De la feminización de la pobreza

“Hay muchas definiciones del feminismo, pero yo lo defino así: es la aceptación de tres principios: uno descriptivo, uno prescriptivo y uno práctico. Un principio descriptivo se puede probar estadísticamente y dice que en todas las sociedades las mujeres están peor que los varones. Nosotros podemos tomar una definición de qué significa ‘estar peor’ y podemos mostrar estadísticamente que en todos los grupos sociales las mujeres están peor que los varones. Esto me parece importante, porque muchas veces se dice ‘es más urgente atender otras cosas, por ejemplo la pobreza’, como si atender las mujeres fuera contradictorio con atender la pobreza, o los pobres fueran todos varones, en la discusión de políticas públicas esto es sistemático. No están por un lado los pobres y por el otro las mujeres. Si nos vamos a ocupar de pobreza, nos tenemos que ocupar especialmente de las mujeres, porque son el 70% de los pobres. Si nos ocupamos de pobreza, sepamos que entre los pobres las mujeres están peor, si nos ocupamos de trabajo, las mujeres están peor y así sucesivamente. Hacer neutrales las políticas públicas, no especificar el género de los grupos más vulnerables y los destinatarios de las políticas, es un modo insidioso de discriminar a las mujeres”.


> MARTA CRAVEN NUSSBAUM   
Filósofa estadounidense, Premio Príncipe de Asturias 2012. Su vasta obra está enfocada en la igualdad de género y la justicia social.

Del burka a la libertad de elegir 

 “Las mujeres carecen de apoyo en funciones fundamentales de la vida humana en la mayor parte del mundo. Están peor alimentadas que los hombres, tienen un nivel inferior de salud, son más vulnerables a la violencia física y al abuso sexual. Las desiguales circunstancias sociales y políticas dan a las mujeres capacidades humanas desiguales. Su poder humano de elección y de sociabilidad resultan frecuentemente malogrados por sociedades en las que deben vivir como agregadas y sirvientas de los fines de otros, y en las que su sociabilidad está deformada por el temor y la jerarquía. (...) Quizás el mayor reto para la mujer sea tener la libertad suficiente como para diseñar nuestra propia vida como nosotras queramos. (...)

Creo que todos los argumentos para prohibir o penalizar el uso del burka o del velo islámico se limitan a señalar a una minoría, cuando también deberían analizar y criticar prácticas similares dentro de la cultura dominante. Por ejemplo, la idea de que el burka hace de las mujeres objetos. Debería considerarse igualmente prácticas propias de nuestra cultura dominante, desde la pornografía hasta la cirugía estética, que también implican tratar a las mujeres como objetos”.


> JUDITH BUTLER      

Nacida en EEUU, es autora de “El Género en disputa”, entre otros textos clave de los actuales estudios sobre género y teoría queer. 


La tarea inconclusa del feminismo  

“Siempre he sido feminista. Esto significa que me opongo a la discriminación de las mujeres, a todas las formas de desigualdad basadas en el género, pero también que reclamo una política que tome en cuenta las restricciones impuestas por el género en el desarrollo humano. (...) Todavía me considero una feminista clásica: es que la mujer sigue sufriendo mucho más comparativamente, sobre todo si hablamos de temas de pobreza, analfabetismo y atención médica, de modo que ni siquiera a ese nivel básico ha finalizado la tarea del feminismo tradicional. Por otro lado, hay conexiones, filiaciones, entre las cuestiones de género del feminismo y las cuestiones de género de la sexualidad a medida que emergen en estos otros movimientos. (...)

Si nos centramos en el cuerpo podemos pensar sobre la interdependencia de un modo distinto. Podemos empezar con el cuerpo del bebé, que no puede sobrevivir sin el cuidado físico de otra persona y cuya dependencia física de otro ser humano determina si sobrevivirá o no. Cometemos un error si creemos que el paso de la infancia a la madurez implica lograr una independencia que nos libera de esa interdependencia. Los adultos seguimos dependiendo de los otros para nuestra supervivencia”.